Entradas

Vivo en un ataúd

Vivo en un ataúd. Cada astilla es un recuerdo ajeno, cada nudo, la cara de un fantasma. Sus muebles son dientes arrancados, arrastrados sobre el océano, maltratados por el olvido. El atrezzo de una obra que me sé de memoria sin decir ni una palabra. Nunca vestí los trajes del ropero, seda convertida en telarañas. Nunca escuché tocar el piano, absurdo mueble desafinado. Nunca posé para las fotografías, desde las que me observan extrañas con las que solo comparto sangre. Esta no es la casa de mi madre, ni de la suya, ni la de nadie. Es solo un bloque de hormigón malamente decorado, que no adorna ningún recuerdo. La historia se quedó al otro lado, a mil kilómetros de aquí, en un ático que alguien alquilará para ver a la Macarena. Vivo en una casa vacía, llena de cosas que no son mías.  

Marina

Despertaba cada mañana sintiendo que se ahogaba. Los ojos llenos de sal, la nariz taponada con algas. La boca abierta, buscando aire. Se acurrucaba sobre la cama, que se mecía con su respiración, hasta que ponía los pies sobre la madera seca. Escuchaba el vaivén de las olas, y no se relajaba hasta comprender que ella estaba lejos, en tierra firme. Al asomarse por la ventana, apenas podía ver el mar. Se sentía tonta por preocuparse por algo tan lejano y tan extraño. Y volvía a ocultarse en su refugio de piedra y madera. Pasaba los días dando la espalda a la costa, pero aun así sentía la arena entre las uñas. Trataba de no pensar en ello, pero su mente reflejaba el cielo. Sus ansias la llevaban al mar. Cada lejano oleaje, cada pequeño vaivén, parecía empujarla. Hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro y hacia fuera. Ella era el océano, y el mar, su luna. Pero ella se mantenía firme, con pies de plomo. Tomaba aire, y dejaba que el agua le resbalase. Al fin y al cabo, ella no sabía nadar. ...

El camino a casa

  En el camino a casahay trozos de arcoíris. En el suelo, en las manos de la gente. Cachitos de pintura y purpurina. Miedos suspirados, manos que se separan. Ojos furtivos. Hay gente que se perderá en el camino a casa. Caras que se cubrirán. Hijas que se convertirán en extraños. Rojos que se volverán verdes. Me alejaré del bullicio y de la fiesta. Lavaré con jabón el púrpura de mis ojos. Me arrancaré las uñas de colores. Dejaré mi arcoíris en la basura de la esquina, hasta el año que viene.

Noche

Busco tu rostro entre la gente que ríe y grita, la música que suena en la distancia, el viento que me despeina. Siento que me congelo. Entonces tu mano toca la mía. Me sonríes. Y entre las luces de neón, veo estrellas en tus ojos.

La Última Noche

Cuando rodeo tu mano con mis dedos me doy cuenta de que ambas estamos temblando. Tú, tan cálida bajo mi tacto, me correspondes el gesto. Ninguna de las dos nos miramos, pero puedo intuir la luz que tienen tus ojos en mis propios huesos. Busco tu cuerpo con mi otra mano. Pronto encuentro tu rodilla, posada contra el suelo. Continúo el camino hasta dar con tu barbilla, y finalmente tus mejillas. Alzo la cabeza para mirarte, mientras con mi pulgar acaricio el rostro que las lágrimas han dejado en tu piel. Tú suspiras y me aprietas la mano. Nuestros ojos finalmente se encuentran. En la oscuridad de tu habitación, donde compartimos nuestro primer beso, puedo ver el brillo de tu mirada como si fuera la misma luna. Sonríes, pero sé que solo lo haces por mí. Te devuelvo la expresión, porque quiero que veas que lo que siento es verdad. Que jamás me arrepentiré de haber seguido mi corazón, y de haber caído hasta tus brazos. Necesito que entiendas que mi vida antes de amarte, de saber que podía a...